Reconocemos en la novela dos estilos diferentes que se
traducen en igual cantidad de lenguajes también diversos.
Estilo
poético
En estilo que se caracteriza por ser altamente connotativo,
y que utiliza un lenguaje eminentemente metafórico donde las imágenes de la luz y el color; el gusto y el sonido, le confieren al relato la poeticidad que él posee y que se
proyecta hasta nuestra propia sensibilidad, traspasándola, para situarla en la
profundidad de nuestro espíritu. En tres de los narradores estudiados
reconocemos este rasgo poético del estilo: Juan
Preciado, el narrador básico y Susana San Juan. Ejemplificaremos el estilo
de estos narradores en el mismo orden en que ellos aparecen mencionados:
"…
No sentir otro sabor sino el del azahar de los naranjos en la tibieza del
tiempo".
"El
día que te fuiste entendí que no te volvería a ver. Ibas teñida de rojo por el
sol de la tarde, por el crepúsculo ensangrentado del cielo".
"…Era
temprano. El mar corría y bajaba en olas. Se desprendía de su espuma y se iba,
limpio, con su agua
verde, en ondas
calladas.
“El
mar moja mis tobillos y se va; moja mis rodillas, mis muslos; rodea mi cintura
con su brazo suave, da vueltas sobre mis senos; se abraza de mi cuello; aprieta
mis hombros. Entonces me hundo en él, entera. Me entrego a él en su fuerte
batir, en su suave poseer, sin dejar pedazo".
Los
tres narradores presentan una constante en la elaboración de este tipo de
lenguaje: la evocación.
Efectivamente, son los recuerdos de otros seres vinculados directamente con el
"sentir" de cada uno de estos narradores, los que en definitiva
motivan la sensibilidad del relato que trasciende la palabra misma para
alcanzar, a través de lúcidas y policromáticas imágenes, el cristalino virtuosismo del lenguaje poético. En Juan
Preciado son los recuerdos de su madre que emergen edénicamente en su
conciencia; en el narrador básico, la imagen de Susana en la conciencia de
Pedro Páramo; en Susana San Juan, los recuerdos de Florencio, su primer esposo,
son los que construyen la sensualidad de su narración.
Estilo
directo
Otro estilo, al que convencionalmente llamaremos
"directo", en donde el lenguaje no presenta mayores ostentaciones de
empinarse más allá de la palabra hablada, simple
y coloquial. Este lenguaje, que refleja la conciencia mítico-popular del
pueblo mexicano, estructurará los relatos de los cuatro narradores por medio de
los llamados "géneros del decir hablado", como la "charla",
la "conversación" y otros reconocidos por Eleazar Huerta. Claro está,
como vimos anteriormente, que los narradores-poetas solo usarán este estilo,
cuando sus relatos se mantengan siempre alejados de los
"seres-estímulos". Cuando ello ocurre, la cotidianidad del lenguaje
se apodera, entonces, del relato que, generalmente por medio del diálogo, en
primera instancia, y del monólogo después, estructura una narración simple y
directa: habitual. Ejemplificaremos este estilo de los narradores en el mismo
orden en que ellos han sido estudiados:
"Volvió
a darme las buenas noches. Y aunque no había niños
jugando, ni palomas, ni tejados azules, sentí que el pueblo vivía".
"-No puedo,
don Pedro, tengo que estar temprano en la iglesia
porque me espera un montón de mujeres junto al confesionario. Otra vez
será".
"Y
todo por las ideas de don Pedro, por sus pleitos de alma. Nada más porque se le
murió su mujer,
la tal Susanita. Ya te has de imaginar si la quería".
"Estoy
acostada en la misma cama donde murió mi madre hace ya muchos años; sobre el
mismo colchón; bajo la misma cobija de lana negra con la cual nos envolvíamos
las dos para dormir".
En los trozos citados de Juan Preciado, el narrador básico,
Dorotea y Susana San Juan respectivamente, se advierten los rasgos de estilo
que antes mencionábamos. Ellos sobresalen más nítidamente si los comparamos con
las cualidades poéticas desarrolladas por los narradores-vates.
Dos estilos: poético uno, directo el otro; dos lenguajes:
metafórico el primero, coloquial el segundo, para un cosmos cuya comprensión y
aprehensión solo pueden surgir a partir de la coherencia interna de sus partes,
donde el estilo y el lenguaje de los narradores juegan un papel preponderante.
Podemos concluir diciendo que los narradores estudiados no
se esfuerzan en lo mínimo por representar un mundo coherente; que la imagen
caótica y desintegrada del mundo narrado obliga, por lo tanto al lector, a
establecer, como el narrador de la novela moderna, sólidos supuestos básicos en
el mundo de la novela, para que este pueda ser totalmente comprendido y
aprehendido. Es en este sentido que se ha hablado aquí de lector-investigador.
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