viernes, 4 de marzo de 2016

Ichik Ollco


Es ésta una de las muchas palabras sin correspondiente en castellano. Literalmente se le puede traducir por varoncillo, pero aun así no corresponde al significado de la palabra indígena.

Afirman los oriundos de las regiones del antiguo Wanuku, donde se habla el dialecto Chinchay Suyu, Wanaku o Xal’qa, que en los ríos, fuentes, riachuelos y lagunas, existe un ser de figura humana, de más o menos del tamaño de un niño de seis meses, cuyo cuerpo, en la parte posterior hasta los talones, se halla totalmente cubierto de largos y espesos pelos. Sostienen que este raro ser, caminando durante las noches sobre las aguas, gruñe reciamente con una voz semejante al de los lechones y que en días de garúa (chirapa) arroja por el ombligo el arco iris (turumanya).

Afirman también que las personas afortunadas pueden coger a aquel raro ser laceándolo con una soga de cerda torcida con la mano izquierda porque de lo contrario, con la enorme fuerza que tiene, vence al hombre. Una vez preso así, sostienen, que hasta habla en lenguaje humano y paga por su libertad crecido rescate en oro, plata o piedras preciosas. Cuentan por fin, que a quien le coge, en cambio de una fuerte recompensa metálica, le pide la guía del ombligo de un niño (varón), el cual, dice, en sus luchas con sus enemigos le sirve de poderosa arma de triunfo.

A la acción del ichik ol’qo atribuyen la descompostura de los molinos, el enturbiamiento de las aguas y el susto de los transeúntes nocturnos a causa de los gruñidos estridentes que emite aquel raro ser.

El comarcano tiene tan plena fe en la existencia real de este ser fabuloso que, cuando se camina en su compañía por la orilla de los ríos, al ver el agua coloreada por cualquier causa en los huecos que olas forman en las piedras o rocas salientes, dice al momento: “ichik ol’qupa ishpayninta rikay” (fíjate en la orina del ichik ol’qo).

Quien conoce siquiera las nociones más elementales de la meteorología, sabe cuál es el origen del arco iris (turumanya). Sin embargo los autóctonos de la comarca que nos ocupa, creen que el arco iris sale, en los instantes de garúa (chirapa), del ombligo de un ichik ol’qo, y afirman que habita en un manantial, y que formando espirales va a dar en el ombligo de otro ichik ol’qo, que reside en otro manantial. Muchos agregan que, adherido al extremo saliente del espiral, va un gato rojo el que supone sea el demonio (supay).

Atribuyen al arco iris efectos maléficos. Cuando una mujer da a luz un monstruo o se enferma de hidropesía, o de cualquier otro mal que aumenta el volumen del vientre, sin admitir discusión, afirma que la mujer está puksyush’qa, esto es, que el arco iris se ha introducido en el vientre, o mejor, que el ichik ol’qo la ha poseído mediante el arco iris.

Se va más lejos en esta creencia: se sostiene que aún el hombre y los animales de todo sexo pueden ser poseídos por el turumanya. De tal manera está arraigada esta creencia en el espíritu popular que toda mujer que se halla ocupada en alguna faena cerca de una fuente, laguna o río, o simplemente está cerca de las aguas, en cuanto comienza a caer la garúa, antes que aparezca el arco iris, abandona su tarea y huye precipitadamente lejos de las aguas.


Es curioso observar la diferencia que establece sobre la forma cómo la mujer y el hombre, se dice, son poseídos por el turumanya: el hombre lo es por la coronilla de la cabeza y la mujer por el ombligo.

Distinguen dos clases de arco iris: el de los siete colores y el blanco que, dicen, sólo aparece en las altas cumbres durante las tempestades o en las noches lluviosas. Este último es el más temido por sus efectos y también porque no siendo estable como el primero, persigue a las gentes por donde quiera que huyan, atemorizando los espíritus con su estridencia característica.


Wira Kocha N° 1. Enero, 1931. Vol. I - Recogido por Saturnino Vara Cadillo