lunes, 21 de octubre de 2013

La paloma altanera y la abejita curiosa



Una blanca paloma y una abejita zumbadora eran muy buenas amigas e hicieron la promesa de estar siempre juntas como dos inseparables hermanas. Todas las tardes acostumbraban a salir de paseo para disfrutar de su leal amistad.

Un día de negros nubarrones tuvieron las amigas una torpe discusión. Iban volando juntas cuando la pequeña nectarina le preguntó a la paloma – ¿por qué no puedes zumbar? La aludida, como nunca había ocurrido antes, sintió que le estaban echando en cara un defecto y le retrucó – ¿por  qué eres tan picuda, insignificante y fea? Una larga mirada de sorpresa acompañó el repentino adiós. La paloma altanera hizo una mueca y se fue dejando sola y apenada a su compañera. Las lágrimas de la tarde comenzaban a derramarse como ruidosas cataratas.

El diluvio sorprendió a la pobre abejita tratando de cruzar el lago. Los truenos hacían temblar la tierra. Relumbraban los relámpagos rabiosos y enceguecían los ojos de la mielera abandonada. No pudo más y cayó al agua, quien, la samaqueó alborotada por la intensidad de la lluvia, hasta dejarla muerta.


La paloma, que alcanzó a guarecerse bajo la sombra de un eucalipto, esperó a que calmara la tormenta para volver arrepentida con su amiga de toda la vida. No la encontró para disculparse. Ahora ella piensa en todo momento que estarían juntas todavía si hubiera  sabido desoír el mal consejo de la ira. 

viernes, 4 de octubre de 2013

En el valle


El abuelo de mi padre llegó al valle muchos años antes de que emigraran de nuestras arboledas soledosas las criaturas del espanto y quince años después que, las montoneras de Andamarca, Comas, Quichuay, Apata y Concepción arrasaran a un contingente de soldados chilenos en cruento combate, durante la incursión enemiga en la sierra central. Vino para compartir testimonio de un siglo que iba agonizando y de otro que nacía trayendo grandes cambios, incluyendo los nombres antiguos de estas tierras. Fue un viaje empecinado y a contravención con los llamamientos de la sangre y la tierra de sus ancestros. Sólo los apresuramientos de un corazón herido por el desprecio de un padre acomodado que le negó su nombre y su cariño fueron capaces de arrancarlo para siempre de su lejana Cajabamba para traerlo al abrazo de nuestro límpido cielo y al goce de la dicha refrescante de nuestras aguas.

Lo extraordinario del bisabuelo es que llegó apenas con su enorme cargamento de amor y sin dinero para iniciar los trámites de su propio destino. A fuerza de fe fundó una nueva familia y a fuerza de brazos comenzó a pircar los cimientos de su vida en el valle. Trabajó a diario desde el primer anunció del alba hasta la muerte del último rayo del sol y la tierra le fue fructífera; las lluvias, benignas; las cosechas, abundantes; y la fortuna, prometedora.

Los bisabuelos, a inicios del siglo, se dieron tiempo para explorar todas las vertientes de su amor sin reticencias ni falsos temores; fueron felices pero no les cayó a bien el arte de engendrar hijos. En una época en que las buenas familias campesinas sobrepasaban la decena de descendientes, mis bisabuelos apenas tuvieron dos: el abuelo Ramón, y la tía abuela Victoria.

Al bisabuelo le faltó tiempo para ver a sus hijos realizados: le vino la muerte por correr en los campos, recién comido, tras un toro descontrolado, justo el año en que llegó el tren para cambiarnos la vida, los hábitos y las historias que para entonces eran reales y ahora sólo delirio de viejos.

- ¿Por qué crees que el autor ha escogido el título "En el valle" para hablar de su bisabuelo? ¿A qué se refiere cuando menciona a las criaturas del espanto y a las historias reales que ahora son delirios de viejos?


HOSTIA

Te amo bañado de retamas
Flor de verano
Luz de ardor
Y lleno del amasijo húmedo
Moreno
Fulgurante pan de tus ojos
Voraz de ti
De tu piel de espiga madura

Soy la tierra que se levanta
Besándote
Vahada implorándote
Y buscando las alegrías
Del trino
La hierba y los guindales
En la lluvia que de tu risa
Desborda claridad entera.

Estro del fuego
Soy un árbol de arcilla
Esperando tus manos
Y de mis gemas anhelantes
Sólo rescatarás la vida
Si mi corazón tomas de hostia
O hallo tu amor mi savia miel.

- ¿A quién se dirige el poeta? ¿Qué simboliza el rescate de la vida, la hostia y la savia en este poema?