martes, 24 de marzo de 2009

Antonio Ureta, escritor concepcionino


Por: Freddy A. Contreras Oré

La primera referencia que tuve de Antonio Ureta Espinoza fue a través de un comentario que doña Isabel Córdova Rosas hiciera allá por el año 2000 en su libro “Literatura de Junín” donde menciona de nuestro escritor dos cosas que me interesaron sobremanera: que era natural de Concepción y que su libro “Cuentos del viento”, constituía una prometedora revelación dentro del contexto de la literatura regional.

Una indagación inicial me llevó a ubicar su casa en Puente Negro, pero lastimosamente para entonces toda su familia ya no radicaba en nuestra localidad. Entonces busqué conocerlo a través de su obra y lo único que pude conseguir después de mucho hurgar y tanto insistir fue “Cuentos del viento” en su edición inicial, con ilustraciones de Josué Sánchez. Una colección de cuentos breves con alta dosis de poesía y gusto por los paisajes, los personajes y las anécdotas de la tierra amada.

Fueron muchos años de intentos frustrados por entrar en contacto personal con Antonio Ureta, hasta que en enero de 2007 nos hizo una grata visita después de casi veinte años de ausencia en los que dijo que las imágenes vivas de su tierra siempre lo acompañaron.

Antonio formó parte de las patotas juveniles de inicios de los años setenta. Nacido en 1954 en nuestra localidad, colmaron sus andanzas infantiles los caminos y parajes de la Isla y los barrios de Lulín y la Estación.

Integró la Promoción nuevejulina de 1972 y emprendió viaje hacia Lima para seguir estudios de Literatura en los claustros de la Universidad de “San Marcos”. En 1986 publicó, con el Taller de Testimonio de la UNMSM, “Habla la ciudad”, editado por la Municipalidad de Lima. Un año después realizó la recopilación de textos orales en las comunidades campesinas de la sierra central: “Los árboles son mi familia”, por encargo de La FAO. Animó la editorial Grano de arena y la serie de cuadernillos de “Cuento y Poesía Breve”. En 1992 publicó “Cuentos del viento” y en 2001, la novela “Después del amor y de la lluvia”. Una última comunicación directa con el autor nos anunciaba la pronta publicación de una colección de cuentos titulada “Pastoras de las alturas de Unku Cruz” y una nueva edición ampliada de “Cuentos del viento”.

Por exigencias del trabajo, radica actualmente en Cuenca, Ecuador. La caricatura que acompaña este artículo me fue remitida por Antonio mediante correo electrónico y es obra de un artista del sur del Perú cuyo nombre desconozco, pero doy fe de ser fruto de cosecha prestada.

domingo, 22 de marzo de 2009

¿Opinión o manipulación?



Por: Freddy A. Contreras Oré


Se dice que en todas partes se cuecen habas. En todas partes podemos encontrar de lo positivo y negativo, de lo bueno y lo malo, de la apreciable y despreciable. Muchas personas con grandes capacidades y habilidades para el ejercicio de una actividad intelectual, pueden carecer de capacidades y habilidades en el aspecto físico motor. Otros que pueden ser excelentes profesionales, pueden tener grandes dificultades para establecer interrelaciones humanas y sociales, etc. Es básico comprender esta verdad para no caer en el absurdo de hacer generalizaciones.


Nadie cuestiona las sobresalientes cualidades que algunos conductores radiales pueden tener para expresarse en público; pero eso no les da autoridad para arrogarse calidad sobre el contenido de sus comentarios. Si se pretende hacer actividad periodística seria y responsable el primer requisito es la objetividad, es decir que entre realidad y comentario periodístico debe haber un nexo de verdad demostrable. Lo contrario es simple subjetivismo, afirmar como cierto lo que se supone, lo que se cree, lo que dicta su escala de antipatías o preferencias, pero no se puede probar. Lo más grave de esa actuación es cuando el divorcio entre la realidad de lo hechos y las supuestas verdades que el comentador difunde es tan gigantesca que su propia conciencia los percibe como mentiras; entonces la frustración los conduce al agravio contra las personas objeto de su resentimiento y el lenguaje se convierte en instrumento de catarsis para vomitar su bilis y mala leche. Por ese infeliz camino transitan muchos de nuestros comentaristas radiales.


Cuestionar es válido y es propio de seres racionales, valientes y dignos. Insultar no es nada edificante y más bien es propio de seres irracionales, cobardes e indignos. Lo más preocupante es encontrarnos con que dichos personajes tengan su corte de receptores que adecuan sus opiniones y sus conductas a la misma tónica de los emisores. Es decir: piensan como piensa el emisor, hablan como habla el emisor, actúan como actúa el emisor y son absolutamente incapaces de asumir responsabilidad crítica de que están siendo víctimas de engaño e instrumentos funcionales de los intereses subalternos de los manipuladores.


Los estudiosos de la psicología social seguramente explicarán la situación a partir de la tendencia natural que todos los seres humanos tenemos a seguir a un líder, alguien que el grupo humano siente que representa sus intereses, necesidades y aspiraciones. Qué ingrato comprobar que hoy día esas aspiraciones estén representados por manipuladores y falsarios.


Es urgente proyectar ante la opinión pública una nueva visión de lo que queremos para lograr una sociedad más justa, democrática y solidaria donde la dignidad humana sea prioritaria en todos los aspectos. Esforcémonos por educar con sano ejemplo a auténticos comentaristas (no a comentadores radiales) que tomen el camino de despertar conciencia constructiva y comprometida ante los problemas. Es tiempo de condenar a los que fungen de intolerantes con los errores ajenos, pero se regodean y viven felices con sus propios errores.

miércoles, 18 de marzo de 2009

El himno a Concepción



Por: Freddy A. Contreras Oré


Debo reconocer el meritorio esfuerzo del INC, filial Concepción, que a inicios de los años 90 del pasado siglo rescatara y difundiera las letras de nuestro Himno local. Hoy día el Himno a Concepción es cantado en todas las ceremonias oficiales y los concepcioninos lo sentimos como el canto cívico que enaltece nuestra identidad y nos enorgullecen las glorias de esta amada patria chica. Sin embargo, a partir de 2003 se viene difundiendo una versión diferente de la primigenia y es menester recuperarlo en el fondo y la forma original.


La composición poética de Fray Luis Ayala Aguirre, antes de ser adaptado al acompañamiento musical fue un texto lírico escrito en octavas; es decir, en agrupaciones de ocho versos. No se necesita ser erudito para concluir que si se varía las octavas a cuartetas, se resquebraja la unidad y coherencia del mismo. Estas octavas fueron escritas, el coro, en dodecasílabos (doce sílabas métricas cada una); y la estrofa, en eneasílabos (nueve sílabas métricas cada verso). Si sostuviéramos la versión del coro que actualmente se difunde en cuartetas nos encontramos con versos de cinco, seis, siete, ocho y nueve sílabas métricas, indistintamente, sin orden ni concierto; y aquello sería una afrenta a la condición de destacado compositor y poeta del autor.


En poética también se requiere de un ritmo que se establece periódicamente por medio de las sílabas tónicas de los versos. En la versión original es fácil de ubicar que las sílabas cuarta, sétima y décima primera de cada verso del coro forman el ritmo interno. Así no sucede en la versión en cuartetas.


Finalmente, cada verso de una composición poética siempre da pie a una leve pausa que es notoria y encaja perfectamente con el acompañamiento musical en la versión primigenia. Eso no ocurre con la versión modificada.


En cuanto al contenido del coro se ha introducido una variación atentatoria en el sexto verso en donde anteriormente decía “y sus laureles adornan tu frente” y hoy “y de laureles coronan tu frente”. Este cambio no es sólo de sentido; sino una rebaja del contenido lírico del texto, porque lo trastoca del nivel connotativo o figurado del lenguaje poético al nivel denotativo de simple lenguaje coloquial. En lenguaje figurado el laurel es un triunfo, una hazaña, una gloria y aquellas preces de nuestros héroes son los que adornan la majestad y superioridad histórica de Concepción, como debe de entenderse “tu frente”. En cambio en la versión modificada, nuestros héroes que están en el cielo en actitud contemplativa toman una postura activa y le colocan una corona de laureles reales a una frente real. El texto pierde consistencia, coherencia y unidad, disminuido al sentido común; y es huachafo, además, porque en la estrofa esos mismos héroes hacen un nimbo o aureola a nuestra ciudad invicta redundándola de distinciones.


Cuesta creer que las personas llamadas a interesarse por el tema y defender nuestro patrimonio histórico y cultural hayan obrado con ligereza y poca convicción hasta la fecha. Es más difícil aceptar todavía que la distorsión se haya iniciado a través de los responsables de las cartillas de difusión del Himno que propala la Municipalidad, tan sólo por acomodar los versos al espacio disponible o porque coronar parece más adecuado que adornar y así debe ir. Los símbolos de una localidad gozan de las mismas prerrogativas que nuestros símbolos nacionales y debemos respetarlos.