domingo, 22 de marzo de 2009

¿Opinión o manipulación?



Por: Freddy A. Contreras Oré


Se dice que en todas partes se cuecen habas. En todas partes podemos encontrar de lo positivo y negativo, de lo bueno y lo malo, de la apreciable y despreciable. Muchas personas con grandes capacidades y habilidades para el ejercicio de una actividad intelectual, pueden carecer de capacidades y habilidades en el aspecto físico motor. Otros que pueden ser excelentes profesionales, pueden tener grandes dificultades para establecer interrelaciones humanas y sociales, etc. Es básico comprender esta verdad para no caer en el absurdo de hacer generalizaciones.


Nadie cuestiona las sobresalientes cualidades que algunos conductores radiales pueden tener para expresarse en público; pero eso no les da autoridad para arrogarse calidad sobre el contenido de sus comentarios. Si se pretende hacer actividad periodística seria y responsable el primer requisito es la objetividad, es decir que entre realidad y comentario periodístico debe haber un nexo de verdad demostrable. Lo contrario es simple subjetivismo, afirmar como cierto lo que se supone, lo que se cree, lo que dicta su escala de antipatías o preferencias, pero no se puede probar. Lo más grave de esa actuación es cuando el divorcio entre la realidad de lo hechos y las supuestas verdades que el comentador difunde es tan gigantesca que su propia conciencia los percibe como mentiras; entonces la frustración los conduce al agravio contra las personas objeto de su resentimiento y el lenguaje se convierte en instrumento de catarsis para vomitar su bilis y mala leche. Por ese infeliz camino transitan muchos de nuestros comentaristas radiales.


Cuestionar es válido y es propio de seres racionales, valientes y dignos. Insultar no es nada edificante y más bien es propio de seres irracionales, cobardes e indignos. Lo más preocupante es encontrarnos con que dichos personajes tengan su corte de receptores que adecuan sus opiniones y sus conductas a la misma tónica de los emisores. Es decir: piensan como piensa el emisor, hablan como habla el emisor, actúan como actúa el emisor y son absolutamente incapaces de asumir responsabilidad crítica de que están siendo víctimas de engaño e instrumentos funcionales de los intereses subalternos de los manipuladores.


Los estudiosos de la psicología social seguramente explicarán la situación a partir de la tendencia natural que todos los seres humanos tenemos a seguir a un líder, alguien que el grupo humano siente que representa sus intereses, necesidades y aspiraciones. Qué ingrato comprobar que hoy día esas aspiraciones estén representados por manipuladores y falsarios.


Es urgente proyectar ante la opinión pública una nueva visión de lo que queremos para lograr una sociedad más justa, democrática y solidaria donde la dignidad humana sea prioritaria en todos los aspectos. Esforcémonos por educar con sano ejemplo a auténticos comentaristas (no a comentadores radiales) que tomen el camino de despertar conciencia constructiva y comprometida ante los problemas. Es tiempo de condenar a los que fungen de intolerantes con los errores ajenos, pero se regodean y viven felices con sus propios errores.

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