Por: Consuelo Arriola Jorge
Nuestra madre es
hermosa. Sus largas trenzas son los ríos cristalinos; sus pies firmes las
profundas raíces de los árboles; su talle sin igual los caminos llanos o
escabrosos; su frente amplia las playas dadivosas; sus ojos magníficos el azul
de los océanos; coronada de nubes que la bañan toda según la estación o el
esplendor del sol en cada amanecer. Sus entrañas guardan el oro, la plata y
minerales preciosos, de sus manos generosas emanan las flores para dar alegría
o los frutos magnánimos para todo ser viviente.
Sin
embargo, en los últimos tiempos algunos de sus hijos olvidaron cuidarla y su
linda figura se fue desdibujando, cual Virgen Dolorosa de un Viernes Santo
nefasto. No tenía más llanto y su corazón sangrante, su rostro ennegrecido y
sus trenzas de barro maloliente eran la fiel imagen de la muerte inminente.
Entonces,
como la mayoría de sus hijos no querían ser indiferentes, convocaron a un
Congreso de los cinco reinos: Animal,
Vegetal, Fungi, Protista y Monera.
Por
el reino Animal se presentó el león y con un soberbio rugido, expresó: “Como
todos saben soy el Rey de la Selva. Sin embargo, el hombre, una simple criatura
que pertenece a nuestro reino, nos ha traicionado y se ha arrogado muchos
poderes y nos ha perdido el respeto, cazando a muchos de nuestros congéneres
para colocarlos en cautiverio, sometiéndolos a la extinción. Es por eso que
estoy aquí para poner freno a esta destrucción que está poniendo en serio
peligro la vida la nuestra madre Tierra”.
Después
intervino el Ginkgo. “Yo como único sobreviviente de los Ginkgoales les digo
que el hombre es peligroso; casi ha extinguido a los robles, los pinos, los
eucaliptos, los alisos, etc. Por ello estamos muy asustados. No mide la
extracción de nuestra madera, solo le interesa las monedas y no valora lo que
el reino vegetal hace por ellos”.
También
solicitó la palabra la rosa, como parte del reino Vegetal, en representación de las Rosáceas. “Como la
flor más antigua de la tierra y extendida por todos los confines, manifiesto mi
desagrado con la mano del hombre, quien al vernos florecer nos corta
inmediatamente, a veces en frágil botón y trunca nuestra plenitud abriendo
desgarradoramente nuestros pétalos para satisfacer sus caprichos y vida
superficial.
Acto
seguido, le correspondió hablar al representante de los Protistas, tenía la voz
muy bajita y dijo que siempre era mal visto por los hombres, ya que es el
causante de la malaria o paludismo, entre otras enfermedades. Sin embargo,
anotó que la culpa no era suya, ya que los mismos humanos dejaban depósitos de
agua sin tapa y ahí se multiplicaba el mosquito transmisor. Dejó en claro su
desacuerdo con la actitud perversa del hombre al destruir a la madre Tierra.
Todos
levantaron sus voces para confrontar ideas y poner un alto a esta situación.
Cuando alguien alzó la voz más fuerte ¿Es que se olvidaron de escuchar a
alguien? Sí, era el representante del reino Monera. Lo escucharon con atención.
“Si
bien nuestro reino es considerado el más primitivo, dijo en tono grave, no se
olviden que nosotros fuimos los primeros hijos de nuestra Madre. Tenemos
diversos grupos como las bacterias, cianofitas y virus. Yo soy un virus, aunque
algunos ya no me consideran dentro del reino Monera y me clasifican dentro de
los Euviria, dicen que soy muy particular; pero eso no me importa, estoy aquí
para demostrar mi poder contra el hombre, soy el único capaz de hacerlo volver
en razón y que aprenda a respetar toda forma de vida”.
Se
escucharon murmullos, dudaban de sus palabras y hasta calificaron de presumidas
sus afirmaciones. ¿Cómo un ser tan primitivo podría desafiar de esa manera? Sin
inmutarse continuó: “Haré que el hombre sienta lo que es estar encerrado, sin
gozar de sus comodidades y lujos. Su altanería de hacer ciencia sin conciencia
lo humillará. Y cada día los iré evaluando hasta que se convenzan que son los
reyes de nada. Por ejemplo, les preguntaré si en sus hogares durante los días
de permanencia lograron vivir en armonía, sin maltratarse entre familia; o tal
vez si su gobernante o autoridad
distribuyó honestamente los recursos del Estado; quizá si tienen los
profesionales de primera línea por vocación; si la policía no ha dejado
circular a quien no debía; si los transportistas se han limitado a garantizar
solo el abastecimiento; probaré si con
sus redes sociales pueden hacer educación a distancia y hasta los
religiosos tendrán que demostrar si tienen como dicen a Dios en su corazón.
Cada uno mostrará su grandeza o su vileza. Después de mi expansión exponencial:
¡La vida jamás volverá a ser igual!”.
¡Tanto
así! Exclamaron los asistentes muy sorprendidos.
Respondió
con una venia. “Si la asamblea lo aprueba, con ustedes su servidor SARS-CoV-2.
Comúnmente llamada COVID-19”.
Los
asambleístas le dieron luz verde. Ahora solo están aguardando que la vida jamás
vuelva a ser igual. Habrá un nuevo orden y anhelan que los hombres sean mejores
después de la desolación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario