lunes, 18 de marzo de 2013

Asamblea de gatos





Por: Antonio Ureta Espinoza

Un viejito se había hecho tarde para llegar a su casa. Estaba en medio del monte y no había dónde alojarse. Así, entonces camina y camina y encuentra una cueva. Se mete en la cueva y bonito tendiendo su poncho se pone a chakchar sacando las hojas de coca de su wallki,  mordisqueando la llipta para endulzar las hojas de coca que estaban algo amargas. Afuera estaba lloviendo. Entonces a media noche se apareció un gato negro con abrigo, entró en la cueva grande y sacó una mesa. Con sus lentes, con su sombrero, el gato parecía gente. Otros gatos de distintos colores también empezaron a llegar donde el tipo de abrigo. Entonces este, de pronto, golpeó la mesa.
-¿Ya están completos? –dijo.
-No –dijeron los otros-, falta de tal parte, de tal comunidad.
(¿Para qué habrá llamado a sesión?) –comentaba la mayoría.
Después:
-Ya estamos completos.
-Bien. Ahora todos me van a dar su informe, qué trabajo ha tenido cada uno. Qué cosas ha hecho –dice el jefe y, señalando a uno, le ordena:
-¡A ver, tú, confiésate!
-Yo -dice ese gato con algo de miedo-, vivo bien estimado dentro de la casa de mis amos.  Hago la limpieza, esa profesión hago, no tengo otro trabajo -dice.
Otros gatos informan casi lo mismo. Entonces el jefe, molesto se levanta:
-¡Esta gente no ha hecho ni una obra! Estaban sirviendo a su amo ¿no? Ya: ¡Bofetazos a todos! Tenía unos gatos que daban lapos, golpes, a los demás.
-¡Que pasen los otros! Usted ¿qué obra tiene?
-Señor, mi ama cocinaba un día patachi y en el momento que salió a comprar sal destapando su olla yo le he echado sapo, lagartija. Ella siguió cocinando y a la hora de comer, en el plato de su esposo salió el sapo y se pusieron a pelear: “¡Qué cosa has cocinado! ¡Qué es esto!”. No comieron, se aventaron los platos, se trenzaron a golpes hasta ensangrentar. Siempre le echo pelo, charamuska, a veces araña, guano, cualquier inmundicia le echo. Para que peleen.
-¡Eso se llama obra! ¡Este hombre ha trabajado muy, pero muy bien: aplausos! -todos los gatos aplaudieron-.
Te felicito. ¡Denle el asiento de oro!
A otro:
-¿Cómo es, usted cómo vive en la casa de su amo?
-Señor, yo vivo bien en mi casa, al hombre lo hice acercar con una mujer casada, a la mujer también lo hice juntar con otro hombre; se han peleado. Ahora todos les critican y les votan del pueblo. No viven bien porque el hombre casado con otra casada vive, perdió su hogar, no viven juntos.
-¡Viva! ¡Aplausos!
Otro más:
-Señor, yo en mi casa vivo tranquilo -dice-, me da que comer bien mi amo, no puedo quejarme. Ayudo, cojo las ratas, colaboro cazando los pericotes; yo me encargo de eso, no permito ningún bicho ni animal en la casa de mi amo -dice.
-¡Diablo! ¡Córtenle el rabo, denle chicotazos! –le cortan el rabo, le llueve chicotazos.
Así, todo esto pasaba en la sesión.
El hombre que estaba descansando en la cueva dice:
-Cómo es esto. Me asusto o no me asusto. Es un espanto esto. -Con tanta voluntad se sobrepone.
“¡Valiente! ¡Valiente!” –dice. Y como llevaba un barreno de la mina, lo avienta a la mesa. ¡Shan lan! Entonces todo se perdió. Recién pudo dormir tranquilo.

2 comentarios:

miltonhuallpa95 dijo...

ESE CUENTO ES DE JOSE MARIA ARGUEDAS
SOLO LE CAMBIASTE ALGUNA COSAS

David J Fernàndez,Comunicador Evangelico. dijo...

Porfavor publique el original ya que esto esta confuso , el final esta pobre y sin sentido.