Por: Freddy A. Contreras Oré
En un reportaje sobre el "tren macho" publicado en el diario La República de agosto de 2005, se comenta que este conocidísimo medio de transporte masivo entre Huancayo y Huancavelica se denomina así porque "sale cuando quiere y llega cuando puede"; la misma explicación encontramos en la página web que tiene la Municipalidad Provincial de Huancavelica. Pero, las explicaciones fáciles y anecdóticas terminan por hacernos perder el verdadero contenido histórico que todo pueblo debe guardar porque es el sustento de una herencia cultural y tradición que, finalmente, ha de nutrir su espíritu localista y su identidad.
Don Guillermo Thorndike, en un libro publicado en 1988 sobre el primer gobierno de Alan García, titulado "La revolución imposible", revela los procedimientos proselitistas y la conducta autoritaria de un gamonal huancavelicano que fue ministro y parlamentario en la época de don Augusto B. Leguía. Personaje que logró alcanzar singular consideración por parte de los pobladores de la "Tierra del mercurio" porque fue un terrateniente con rasgos feudales, propietario de la hacienda "Sinto", más extensa que la Bélgica europea: don Celestino Manchego Muñoz; jefe de montoneras, perpetuo ministro y representante al Congreso por Huancavelica.
En propias palabras del cronista se dice que aquél "Una vez al año dejaba la capital para controlar personalmente sus intereses en la cordillera. Viajaba por el trasandino hasta Huancayo. Ahí lo esperaba el célebre tren macho, una vetusta locomotora y dos vagones comprados a un archiduque en desgracia, cuyo transplante de los Balcanes a los Andes fue un prodigio que demoró varios años, y que había recibido ese nombre porque se detenía a lo valiente, en cualquier parte de la línea, simplemente donde mandara don Celestino. El otro, el humilde tren de itinerario, quedaba inmovilizado a veces toda una tarde, mientra el dueño de los Andes terminaba de almorzar con un compadre a mitad de camino".
El auténtico Tren Macho, era el de don Celestino, el otro era la víctima, el que tenía que esperar y seguir rumbo a su destino sólo cuando se lo permitía el humor caprichoso del señor Manchego.
Es preciso recordar que los antiguos trenes de provincia han sido siempre los más destartalados, lentos y sobrecargados que los peruanos tuvimos oportunidad de conocer; por ejemplo, hacia las rutas de Huancavelica y el de La Oroya a Cerro de Pasco, que un viaje en dichos medios requería de una cuota exagerada de tiempo, así como de paciencia especial para sobreponerse a las incomodidades que provocaba el trajín de los pasajeros y sus peculiares equipajes en cada estación.
Los ferrocarriles con motor de vapor de antaño contaban en sus estaciones con gigantescos tanques para recambiar el agua y ese proceso demoraba regular tiempo que era usado por los ferrocarrileros para descargar bodegas y recargarlas con nuevos equipajes que se enviaban por encargo.
Todo aquello hacía que una excursión en tren formara parte de una experiencia llena de anécdotas y relatos extraordinarios que se compartía con los familiares y amigos hasta después de mucho tiempo de realizada la aventura. El tren huancavelicano fue construyendo así su propia leyenda y la tradición popular olvidó sus raíces históricas, tanto así que hoy día pocos lugareños recuerdan a don Celestino y su original tren macho.
1 comentario:
hola profesor fredy spero lea este mensaje aver si publica la biografia de antonio ureta este escritor concepcionino gracias cuidese DIOS LE BENDIGA
GELEN MONTES ZARATE
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