Por: Adrián Filiberto Contreras C.
Publicado en Diario Los Andes y Diario Católico (el 30/04/2002)
La imaginación y la invención de
significados a las palabras, pareciera, se han convertido en acciones de nimia preocupación.
Esta actividad pudiera ser de poca trascendencia en otras áreas, aunque no lo
creo, mas no lo puede ser en el ámbito educativo. Desde hace muy poco tiempo,
se ha venido incorporando de manera furtiva, pero con mucha fuerza y solidez,
sobre todo por la autoridad que ostentan quienes lo han empezado a
difundir, una connotación de la palabra alumno que a todas luces es
errónea. Según ese criterio, la palabra alumno es un vocablo
compuesto por el prefijo “a” que
significa sin, ausencia o carencia (el significado del prefijo es correcto en
palabras compuestas) y de la raíz “lumen
– luminis” que significa luz; por tanto, según los proponentes alumno
significaría “sin luz”. Ello es
un error ingente de concepto y de derivación etimológica.
Infortunadamente, en los colectivos universitarios, docentes y de un
buen número de alumnos de distintos niveles de estudio se ha empezado a aceptar
como válido esa acepción. Nada más lejos de la verdad. Veamos cuál es la derivación
de esa hermosa palabra que no puede sonrojar, perturbar o hacer sentir mal a
quien ejerza el rol de alumno, en cualquier instancia, grado, nivel
de estudio. Comienzo afirmando de manera contundente: alumno no
es una palabra compuesta. Ella en sí misma es un lexema, o una raíz propia,
digamos primitiva, afijada (sin prefijos) podría decirse, que deviene del
sustantivo latino alumnus – alumni, que significa
discípulo, alumno, niño o pupilo, en caso de ser masculino. Por el
contrario, si es femenino es alumna – alumnae y
significará: alumna, discípula, niña o pupila. Además, hace referencia a la
persona criada o educada desde su niñez por alguno respecto de éste. También,
cualquier discípulo, respecto de su maestro, de la materia que está aprendiendo
o de la escuela, clase, colegio o universidad donde estudia. De todo lo
expresado se colige que no se puede señalar, afirmar o asumir que alumno es
una palabra compuesta por el prefijo “a” y “lumnus”; es un error
conceptual y error etimológico muy serio; por tanto, no se puede hacer la
derivación etimológica de “lumen”, un sustantivo latino que no puede, ni
remotamente, forma parte del vocablo alumno.
Ahora bien, para profundizar un poco más en el asunto, cabe preguntarnos
¿de dónde proviene o se deriva, el sustantivo latino alumnus?
Este viene de “alére” que significa alimentar y es el infinitivo
latino de alo – alui – alére – alitum que,
entre otras cosas, significa: alimentar, nutrir, cultivar, educar. Por
añadidura será el que se alimenta, el que se nutre, como biológicamente, lo
hace el niño, cuando busca el pecho de su madre. De allí deviene la expresión:
“Alma Mater” referida a nuestras universidades, como fuente de
nutrición del conocimiento universal.
Así pues, en los espacios educativos, este alimentar está referido al
alimento intelectual que se obtiene, que se busca, que se comparte y se
construye, tanto en los recintos universitarios, como en los planteles
educativos de media diversificada y profesional, básica, preescolar, educación
de adultos o en cualquier situación en la que se promueva procesos de reflexión
y aprendizaje. A raíz de todo esto, considero que se hace necesario tomar
mayores precauciones en torno a la intención de definir etimológicamente las
palabras que proferimos y usamos. Conviene, de esa manera, volver sobre las
raíces de los vocablos, bien latinas o griegas que nos ayudan a encontrar el
verdadero sentido de lo que queremos enunciar. Lamentablemente, en algunas de
nuestras universidades se ha eliminado del proceso de formación del futuro
docente de la mención Castellano y Literatura, la enseñanza de esas
dos lenguas. El argumento, el hecho de que ya nadie las utiliza. Eso, podría
ser una gran verdad. No obstante, para los alumnos que transitan por el
aprendizaje de la disciplina denominada Castellano, el estudio de esas dos
lenguas se hace sumamente importante por cuanto le ayuda a conocer el origen y
la etimología verdadera de las palabras. Empero, ello sería tema que será tratado
en otro momento.
En lo que a la significación de la palabra alumno concierne,
deseo, sin considerarme la autoridad máxima en esta área, que la explicación
proporcionada ayude a clarificar el desvío que, de ese vocablo, no sé si
ingenuamente, se ha empezado, a difundir, y que considero se convierte en un
error pedagógico lamentable. A los efectos, de revisar y profundizar más sobre
el asunto, puede consultarse en el Diccionario
de la Real Academia, o en el filólogo español Joan Corominas
(1984). En ese sentido, incorporo lo manifestado por este estudioso del
lenguaje en su SENTIDO ORIGINARIO (COROMINAS) “alimentar para
crecer" alumno" tomado del latín "alumnus"
= persona criada por otra; y éste de un antiguo participio del verbo
"alere" = "alimentar". Por tanto, un
"alumno" es alguien al que se "alimenta", para que
"crezca", sano y fuerte. Y el crecimiento más importante es el
crecimiento interior, como persona. Y uno "crece" interiormente y es
mejor persona cuanto más y mejor se conoce, se asume y se quiere; se debe saber
lo que se desea y lo que no se desea, y lo que le hace a uno sentir
intensamente y ser muy feliz, que, además, de esa forma uno está en mejores
condiciones de querer y hacer felices a los demás.
Adiciono este pensamiento de autor anónimo: …“todos
somos alumnos, porque todos aprendemos cosas de los demás y nos sirven para
conocernos mejor y enriquecernos, y el buen profesor debe ser también buen
alumno y aprender de sus alumnos”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario