lunes, 13 de julio de 2009

Otros gentilicios de Concepción


Por: Freddy A. Contreras Oré

Toda búsqueda nos lleva por caminos inusitados y prometedores. Todo ahínco por andar de la mano con la curiosidad y las artes de auscultar libros nos conduce a los espaciosos desbordes de nuevos saberes que encadenan a otros y otros que animan al crecimiento gozoso del intelecto. Muchos aires han corrido desde que publiqué hace dos años un comentario sobre el gentilicio de nuestra heroica patria chica y ahora me siento impelido a ampliarla con las nuevas anotaciones que desde entonces he venido recopilando.

Procedimiento regular en la formación de gentilicios es partir del topónimo enterizo (nombre completo del lugar) y agregar el sufijo gentilicio (es, ense, ino, ano, itano, aco, eño, etc); siempre en cuando éste termine en consonante: Oyón – oyonista, Tumbes – tumbesino, Comas – comasino, Huaral – huaralino, Concepción – concepcionino. Pero cuando el topónimo termina en vocal, se sustrae la última para agregarle el sufijo gentilicio: Arequipa – arequipeño, Aco – aquense, Lima – limeño, Cajamarca – cajamarquino.

Sin embargo, por acomodos de carácter fónico, algunos gentilicios se forman sustrayendo una vocal y una consonante finales, son el caso de La Libertad – liberteño, Apurímac – apurimeño, La Oroya – oroíno, Huancayo – huancaíno; casos donde la regularidad lingüística nos llevaría a conformar nombres de pronunciación forzada.

Otros gentilicios que se desvían de la norma son aquellos que hacen referencia al nombre antiguo del lugar y no al topónimo actual. Es el caso de pampino para los habitantes de Santo Domingo del Prado que deriva de Pampa, el nombre ancestral del paraje. En base a ese criterio, don Aquilino Castro Vásquez, en su libro Hanan Huanca, utiliza el gentilicio achino para referirse a los habitantes de Concepción; vindicando del nombre prehispánico de nuestra tierra.

Tampoco es de descartar el gentilicio que hace medio siglo se usaba en nuestro entorno: concebido. Si bien éste deriva del verbo concebir y no del sustantivo concepción, ambos forman una misma familia léxica y el criterio derivativo establece que es un gentilicio cognado, es decir que tiene una raíz común con el topónimo y ejemplos de esta clase son frecuentes en la formación de gentilicios: Rinconada – rinconense (de rincón y no de rinconada), Platería – platinense (de platino y no de platería).

El neologismo concepcino que dio motivo a mi anterior artículo es el único que no tiene los pies puestos en la regularidad ni en la excepción, es simplemente caprichoso. Sustrae una porción del topónimo para combinarlo con el sufijo gentilicio sin sustento en ningún procedimiento morfológico al alcance del análisis gramatical. Los topónimos son nombres propios que cuando se derivan se mantienen enterizos pese a que en su conformación original pueden contar con desinencias y afijos. En el procedimiento derivativo de los gentilicios se presentan casos en los que algunas terminaciones que se asemejan a desinencias y sufijos se toman como tales y se les sustrae del tema; pero en el caso de Concepción está claro que on no es sufijo y, aunque tiene similitud con el aumentativo, definitivamente no lo es. Por tanto, esperamos una sincera corrección de su promotor y nos allegamos a los hijos de nuestra localidad: orgullosos de ser concepcioninos, achinos, concebidos, en medio de los aromas del pan de anís y las acogedoras sombras del eucalipto.

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