viernes, 16 de enero de 2009

Ciclo, sencillo y elegante

Por: Freddy A. Contreras Oré

Academias e instituciones educativas privadas, anuncian por diferentes medios de comunicación masiva la realización de "ciclados" vacacionales, "ciclados" escolares y "ciclados" preuniversitarios y; como los receptores entendemos a qué se refieren esos textos publicitarios muy a la moda y, en apariencia, concordantes con las tendencias de evolución de la lengua, todos lo usan sin darse cuenta del grave desmedro de las normas gramaticales.

Si tal palabreja tuviera motivo que justifique su existencia, sería un neologismo. Un significante nuevo en el bagaje del idioma que surge para transmitir un concepto diferente a los ya existentes y en uso cotidiano. Pero, si el significante y el significado ya existen, entonces la nueva expresión debe, en lo mínimo, precisar, aclarar, especificar una variante del concepto; sino es un invento bárbaro que atenta contra los buenos usos del idioma.

Los usuarios de dicha deformación lingüística, derivan el sustantivo "ciclado" del sustantivo base ciclo, complementándolo con el sufijo "ado" para significar lo mismo que si no usaran el sufijo de marras cuando, de acuerdo al Diccionario de dudas y dificultades de Manuel Seco, académico de la R.A.E. de la lengua, este sufijo se utiliza para indicar posesión (barbado), semejanza (azafranado), dignidad (doctorado), tiempo (reinado), lugar (noviciado), acción (afeitado) sólo derivado de verbos en este caso, colectividad (alumnado) y la palabra en ciernes no encaja con ninguno de los morfemas lexicales aludidos.

En un intento por encontrar el sentido de aquellos avisos de pésima mercadotecnia que emplean las academias y centros educativos particulares, podríamos derivar "ciclado" del verbo ciclar que significa pulir, bruñir, abrillantar. Entonces un "ciclado" escolar sería un bruñido, pulido, abrillantamiento de escolares. De por sí, tampoco tiene sentido apropiado ya que la palabra ciclar es de uso restringido entre orfebres y artesanos para piedras preciosas.

El barbarismo que nos motiva a escribir este comentario surge en realidad de la vanidad de ciertos promotores por fingir prestancia de lo nuevo, apariencia de modernidad e innovación cuando; en sí, es sólo adornamiento que redunda en favor de su propio desprestigio por obrar bajo imitación de consignas improvisadas.

Dentro de las varias acepciones que tiene la palabra ciclo, dos nos interesan en el ámbito académico y cultural: Serie de conferencias u otros actos de carácter cultural relacionados entre sí, generalmente por el tema. Y también: Cada uno de los bloques de cursos en que se divide un plan de estudios. De tales acepciones debemos decir sin extravagancia, pero con propiedad idiomática: Ciclo del cine soviético, ciclo de la narrativa andina, ciclo de la poesía romántica. Y para la otra acepción: Ciclo preuniversitario, ciclo escolar, ciclo vacacional, ciclo de recuperación, etc.

Resulta irónico que instituciones interesadas en utilizar estrategias de persuasión sobre la calidad de su enseñanza para captar mayor población estudiantil, caigan en la tentación de violentar las normas del idioma demostrando poca preocupación por las capacidades comunicativas.

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